Liberalismo económico
El inicio del liberalismo económico está en su lucha contra el sistema
económico político absolutista. Con su habitual agudeza Voltaire reivindica la
virtud del empresario contra la nobleza ociosa en estos términos: «el
negociante oye hablar tan a menudo con desprecio de su profesión que es lo
suficientemente tonto como para enrojecer de ella. No sé, empero, quién es más
útil a un Estado, un señor bien empolvado que sabe precisamente a qué hora el
rey se levanta, a qué hora se acuesta, y que se da aire de grandeza haciendo el
papel de esclavo en la antecámara de un ministro, o un negociante que enriquece
a su país, desde su despacho dando órdenes a Surate y al Cairo contribuye a la
felicidad del mundo.»
También tuvieron que luchar contra las teorías mercantilistas que
defendían la regulación de la economía por el Estado. La libertad económica
tiene su base en el conocimiento de la realidad que sólo los empresarios y
comerciantes tienen.
Durante la primera fase de la Revolución Industrial el liberalismo
político define un modelo de Estado; una teoría similar trata de definir un
modelo de economía. Se considera a Adam Smith,
con su obra La riqueza de las naciones (1776), como el
fundador del liberalismo económico y el iniciador del período de los llamados
economistas clásicos. El propósito de Smith, como el de los fisiócratas y los
mercantilistas, era descubrir el procedimiento de enriquecer al Estado, como
demuestra su título, pero llega al convencimiento de que es condición previa el
enriquecimiento de los individuos, y éste es el meollo de su obra: “Cuando uno
trabaja para sí mismo sirve a la sociedad con más eficacia que si trabaja para
el interés social”, es su axioma de la armonía entre el interés particular y el
general.
Adam Smith es el gran panegirista de la libertad económica; para él es
inútil la intervención del Estado, que habían predicado los mercantilistas; el
orden se establece por sí mismo, por el juego de la oferta y la demanda. Si un
producto es solicitado sube el precio y se favorece su elaboración, con lo que
todo vendedor es retribuido según la importancia de los servicios que presta;
la actividad concurrente garantiza el orden, la justicia y el progreso de la
sociedad.
La llamada doctrina del laissez faire llena una etapa
del pensamiento y de la actividad económica. En su base se esconde una
glorificación de la libertad: el mercado se regula por libre concurrencia, el
trabajador elige libremente su trabajo, la mano de obra se desplaza libremente,
el contrato de trabajo es un acuerdo libre entre patronos y obreros.
Laissez faire («dejar hacer, dejar pasar»)
Una característica del liberalismo económico es la que indica al Estado
que debe «dejar hacer, dejar pasar» es decir no intervenir. El mayor abanderado
de esta idea es Bentharn: «el gobierno no puede hacer nada más que lo que
podría hacer para aumentar el deseo de comer y de beber. Su intervención es
perfectamente inútil.» y agrega: «Los impuestos no deben tener otro objetivo
que su objetivo directo: el de producir una renta disminuyendo el gravamen
tanto cuanto sea posible. Cuando se quiere hacerlos servir como medios
indirectos del estímulo o de restricción para tal o cual especie de industria,
el gobierno, como lo hemos visto ya, no consigue más que desviar el curso
natural del comercio y dar la dirección menos ventajosa a los negocios.»
¿Cómo es que esta libertad económica absoluta puede regular la economía
de una Nación? Mediante la ley de la oferta y la demanda que los liberales
clásicos consideran una ley natural, como la que regula el ciclo de las
estaciones o la ley de la gravedad. Cuando un producto es demandado por la
gente en cantidades superiores a las existentes el precio sube. Al subir,
algunos compradores se retraen y destinan su dinero a otros productos. Al ver
esos precios más altos, los poseedores del capital invierten en producir esa
mercadería que ahora se ha vuelto muy rentable y por su competencia hacen que
el precio baje. De esa manera la ley de la oferta y la demanda no sólo regula
el precio de las mercaderías sino que reasigna el uso de los capitales y la
mano de obra a aquellos que más demandan los consumidores. Cuando el Estado
interviene fijando el precio de un producto, o colocando impuestos
diferenciales a determinadas mercadería, destruye ese equilibrio natural y
determinados productos sobrarán y otros escasearán. Cada vez que se fijan
precios máximos, se produce desabastecimiento.
Industrialización occidental.
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Las leyes del mercado, basadas en el juego de la oferta y la demanda,
son la mano invisible que rige el mundo económico y a la larga equilibran la
producción y el consumo de los diversos artículos. Toda barrera artificial,
incluso entre las naciones, que dificulte las leyes de mercado, debe ser
abolida; se postula el incremento del comercio internacional, principio que
calza perfectamente con las necesidades de las potencias industriales.
Para decirlo en términos más modernos, el Estado se debería limitar a
mantener el orden y hacer cumplir los contratos que las partes firmen
libremente. Todo lo demás debería quedar librado a las leyes de la economía.
Cada individuo deberá trabajar y ahorrar para educar a sus hijos, para
enfrentar enfermedades y accidentes, y para mantenerse en la vejez y la
invalidez.
Se considera factor imprescindible del desarrollo la acumulación de
capital, al que se exalta como rector y benefactor de la sociedad. Adam Smith
escribe: “La industriosidad de la sociedad sólo puede aumentar en proporción
al aumento de su capital”. De esta forma la doctrina del beneficio
ilimitado queda canonizada.
El pensamiento liberal centra su preocupación en la trilogía ganancia,
ahorro, capital. El interés individual y el social coinciden siempre, asegura
Adam Smith; más lejos llega Malthus cuando condena la asistencia a los
desvalidos por ser perjudicial para la sociedad; la felicidad general no sería
posible “si el principio motor de la conducta fuera la benevolencia”.
La ideología del liberalismo económico favoreció el proceso de
industrialización, la creación de mercados mundiales, la acumulación de
capitales, el surgimiento de empresas gigantescas, dimensiones todas que se
reflejan en la segunda fase de la Revolución Industrial;
pero separó la ética de la economía y se despreocupó de los problemas sociales
de la industrialización.
Individualismo Económico: Cada individuo en particular pone
todo su cuidado en buscar el medio más oportuno de emplear con mayor ventaja el
capital de que puede disponer. Lo que desde luego se propone es su propio
interés, no el de la sociedad en común: pero estos mismos esfuerzos hacia su
propia ventaja le inclinan a preferir, sin premeditación suya, el empleo más
útil a la sociedad como tal (...).
Todo sistema de preferencia extraordinaria o de restricción, se debe
mirar como proscrito, para que de su propio movimiento se establezca el simple
y obvio de la libertad laboral, mercantil e industrial.
Todo hombre, con tal de que no viole las leyes de la justicia, debe
quedar perfectamente libre para abrazar el medio que mejor le parezca para
buscar su modo de vivir y sus intereses; y que puedan salir sus producciones a
competir con las de cualquier otro individuo de la naturaleza humana.
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Adam Smith:
“La riqueza de las naciones” (1776).
Adam Smith: El gran economista nació en una pequeña ciudad pesquera
próxima a Edimburgo. Estudió en las Universidades de Glasgow y Oxford y fue
catedrático de Glasgow y tutor, en Francia, del duque de Buccleuch. En 1776 se
publicó su obra más importante: “La riqueza de las naciones”.
De esta obra magna se han destacado tres cosas: la abundancia de sus
datos económicos, reunidos a lo largo de muchos años de lecturas; el esfuerzo
por interpretar esos datos, presentando la naturaleza del proceso económico en
términos de competitividad y mercado; la severa crítica del gobierno y la
sociedad, abogando por cambios que permitieran el progreso de las naciones. Su
influencia sobre el pensamiento económico posterior ha sido gigantesca.
Ideas básicas del liberalismo económico
Para los fisiócratas el origen de la riqueza de un estado es la tierra y
su explotación, para los mercantilistas el origen de la riqueza en la
exportación (venta) de su producción y la acumulación de capital y para los
liberales el origen de la riqueza es el trabajo.
Afirma que el hombre busca el reconocimiento social, y que además es un
ser ambicioso y egoísta, que desea crecer y progresar para lograr un bienestar.
Pero no puede lograrlo individualmente por lo que se relaciona socialmente
tratando de obtener mercancías que algunos de sus semejantes ya poseen. Para
ello agudiza su ingenio y usa su talento y conocimiento para producir otras
mercancías que a otros les puede interesar y así poder intercambiarlas o
venderlas. Nace de esta manera el mercado comercial.
Para producir esas mercancías debe trabajar, por lo tanto el origen del
progreso económico es el trabajo.
Debe fabricar gran cantidad de esos productos para obtener mayores
ganancias y de esta manera deber organizar el trabajo, lo que obliga a la
eficiencia y productividad.
El salario es lo que paga a un obrero por su trabajo y la ganancia es lo
que obtiene de la venta de los productos fabricados.
La cantidad de trabajo que se emplea para producir un producto es el
precio natural o el precio mismo. La ley de oferta y demanda determina el
precio efectivo de ese producto. El mercado se auto-regula de forma
transparente, es "como una mano invisible" que va acomodando los
precios de las mercancías en venta.
La acumulación de esa ganancia es el motor del capitalismo que lleva al
progreso de la sociedad. Buscando el propio bienestar va construyendo una
sociedad mejor.
Para que el sistema funcione es fundamental que la sociedad esté
ordenada y en armonía y el Estado debe garantizar ese orden mediante una
Constitución.
El Estado no debe intervenir en la economía, "dejar hacer, dejar
pasar", producir y exportar sin barreras y regulaciones.
nea.com.mx/universalhistoria/Liberalismo_politico_economico.htm
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